La rendición de Breda


(Escribe Luis Suárez Ávila en el Diario de Cádiz de mañana sábado 17)

Sinceramente no me da la gana de hablar hoy sobre el estado de la Nación. Ni me seduce. Prefiero quedarme, aunque rezagado, en los días de júbilo y patriotismo pasados con la Selección Nacional de Fútbol. Circula por la red de redes, una versión ingeniosísima de “La rendición de Breda” de Velázquez. Por encargo de Felipe IV para el Salón de los Reinos del Palacio del Retiro, Velázquez plasmó en el lienzo la asombrosa victoria de las tropas españolas, mandadas por Ambrosio de Spínola, frente a las holandesas que ocuparon Breda al mando de Justino de Nassau. Tras un sitio ejemplar, modelo y lección de unión, disciplina, esfuerzo, táctica y estrategia militar, al que acudieron muchos generales extranjeros como “observadores” para admirar las cualidades de las tropas de Spínola, la ciudad fue ganada el 5 de junio de 1625. Nassau capituló y entregó las llaves de la ciudad a Ambrosio de Spínola, que esperó a su oponente a las puertas de Breda y lo trató con cortesía y caballerosidad. Ese el momento que Velázquez escogió para su cuadro famoso.
Por la red de redes, lo dije, circula una ingeniosa versión de este cuadro en que, en fotoshop, han cambiado el rostro de Nassau por el del Bert Van Marwijk, el seleccionador holandés, y, a Ambrosio de Spínola, lo han convertido en Vicente del Bosque. El resto, los que están a la derecha, tiene las caras de los jugadores de la Selección Nacional Española; los de la izquierda, la de los futbolistas holandeses. Pero a mí lo que me llama la atención es que, en una y otra ocasión, las dos históricas, se han exaltado los mismos valores españoles: la unión, la disciplina, el esfuerzo, la táctica, la estrategia y la generosidad. Así fue. Y con la misma caballerosidad de Spínola, hacia el vencido Nassau, Vicente del Bosque ha dicho estas palabras: “Es un momento inolvidable. Felicitamos a nuestro rival, que nos ha hecho muy difícil el partido. La final ha prestigiado el fútbol ofensivo. Es un éxito de todos, es justo el premio recibido hoy”.Un señor, sí señor. Mientras tanto, la Nación sigue estando (bastante mal, por cierto), aunque no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista.

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